jueves, 2 de julio de 2009

Baratijas


Quizás la manera de decir las cosas, las palabras precisas que llegaban a su "distinguida" clientela.

En un mar de gritos su voz surgía aplastante y sacaba el mayor provecho de eso.

Para cuando alguien escuchaba sus ideas claras y consecuentes no había retorno, que tenía ese compadrito que lo hacía vender todo lo que se proponía.

Engatusar era su lema y así se ganaba la vida, por cada venta realizada soltaba una bocanada de alivio transitorio, vivía al día a la hora al segundo exacto.

Sus clientes al final del día se sentían estupidos y la rabia los avergonzaba, para que comprar una baratija que no sirve, pulseras, lociones, lapiceras, estampitas de santos, hasta revistas taiwanesas, no resistía análisis su poder hipnótico que se parecía a la espuma espesa de un café muy caliente, que no se resiste nadie a soplarla y beberla efímeramente.

No hay comentarios: