
Un día común y corriente, llegó el famoso virus venía desde Punta Cana y una mujer fue la primera contagiada… en apenas diez días, ocho colegios completos estaban en cuarentena, eran de clase alta, padres que podían pagar los mejores tratamientos del mundo, pero fueron sucumbiendo ante la mutación que se dio en los gimnasios escolares de los barrios mas pudientes de mi capital, entonces los pobres pensamos que toda la clase alta sería exterminada y que todas sus empresas, sus bienes raíces, sus autos... todo, pero todo.. sería para los postergados, así con mascarillas que daban absoluto anonimato, parte de la baja sociedad, subió para buscar lo que por años, según ellos, les pertenecía, condominios enteros fueron saqueados y las autoridades se vieron sobrepasadas, el asunto tomó trascendencia nacional, cuando por una desconocida razón en los barrios marginales, en los ghettos de drogas y delincuencia no existía ni siquiera un contagio, se tejieron muchas historias entre tantas la mas disparatada fue: Los pobres, los abandonados, los drogadictos, los traficantes, los carteristas, los violadores lo peor de la sociedad se quedaba aquí en el infierno, que el virus había sido inoculado por Dios, ya que se llevaba lo mejor de la sociedad acomodada al paraíso.
Yo vivo en un barrio miserable, no soy malo, nunca lo fui ni creo que lo seré, no clasifico para que me lleve el virus de Dios, pero tampoco me quiero quedar en la ciudad infernal, ya no se puede salir a la calle y espero agazapado, el lumpen se adueño de la ciudad completa, quizás siempre fue así, por ahora dejaré pasar los años aquí encerrado, saliendo a recolectar por ahí lo necesario, tuve suerte de no casarme ni tener hijos, todo es para y por mí, trato de volver temprano, no le tengo miedo al contagio, en mi familia nunca fueron gente de prosapia, pero lo mejor es esconderse entre estas murallas antes que salgan los que hoy son los amos de la calle, las bestias de lucifer, aquellos que el virus celestial les dio la oportunidad de ser importantes en lo que nos queda de sociedad.
Yo vivo en un barrio miserable, no soy malo, nunca lo fui ni creo que lo seré, no clasifico para que me lleve el virus de Dios, pero tampoco me quiero quedar en la ciudad infernal, ya no se puede salir a la calle y espero agazapado, el lumpen se adueño de la ciudad completa, quizás siempre fue así, por ahora dejaré pasar los años aquí encerrado, saliendo a recolectar por ahí lo necesario, tuve suerte de no casarme ni tener hijos, todo es para y por mí, trato de volver temprano, no le tengo miedo al contagio, en mi familia nunca fueron gente de prosapia, pero lo mejor es esconderse entre estas murallas antes que salgan los que hoy son los amos de la calle, las bestias de lucifer, aquellos que el virus celestial les dio la oportunidad de ser importantes en lo que nos queda de sociedad.
11-11-11